Es una serie de obras donde Magali Ávila evoca un territorio interior y emocional a manera de un jardín caótico y bipolar, a veces árido y a veces lleno de vida. La constante analogía de la vida y la muerte reflejada en texturas de ceras y el uso vibrantes de colores, nos confronta nuevamente entre la figuración y la abstracción, donde se fusionan y de-construyen elementos oníricos y reales. Esto nos lleva hacia un espacio natural alegre, lleno de vida, que surge de lo más profundo de las entrañas para reflejar una metamorfosis, simbolizando cambios tanto en lo íntimo de lo emocional como en lo mental de quien lo observa.