A R T Í C U L O
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Todas las personas deberíamos tener el mueble insignia del misterio y la intimidad; el biombo resume belleza y utilidad, es una obra de arte móvil resultado de una cultura nómada. La posibilidad de cambiar el aspecto de nuestra casa, dividiendo la sala o la recámara según necesitamos o decorarla como nos da la gana, puede ser irresistible. Nació como una solución a las amplias habitaciones de los palacios y templos chinos, y se ha convertido en uno de los muebles más versátiles de la humanidad. En la actualidad puede ser muy accesible, pero también venderse en galerías de arte a precios muy altos.
Para convertirse en lo que actualmente es, un objeto útil y deseado, el biombo ha tenido que recorrer un largo camino. Su uso ha evolucionado con la historia, pasando de ser un mueble de rituales y organizador de espacios, a pared decorativa falsa y vestidor para mujeres. Los primeros biombos de los que tenemos conocimiento datan de la dinastía Han en China, donde se usaban como paredes falsas que se colocaban dentro de los grandes templos para cortar las corrientes de viento –de donde proviene el origen de su nombre: 屏風 (Byōbu), Byō (pantalla o protección) y Bu (viento)– y evitar las miradas curiosas del exterior.
Escena de campo de autor anónimo novohispano. Pieza exhibida en Biombos y Castas. Pintura profana en la Nueva España
Primero fue introducido a otros países asiáticos como la India, Corea y Japón de forma natural debido a su cercanía geográfica con China, su uso fue adaptado a las costumbres de las culturas locales. En Japón, la técnica del biombo fue asimilada por las escuelas de pintura, las cuales consistían en grupos de artistas que se dedicaban a la creación de obras con el mismo estilo, el cual era heredado a sus hijos o aprendices con el propósito de continuar con la tradición. Así se convirtió en un estandarte del sincretismo cultural. Tiempo después, su valor artístico incrementó su valor económico y, por tanto, la ambición de los comerciantes occidentales de exportarlos y venderlos en nuevas tierras.
El Tratado de Tordesillas firmado en 1494 entre España y Portugal tenía el propósito de dar fin a la guerra de sucesión y repartirse los territorios del mundo guiándose con una línea imaginaria en el centro del Océano Atlántico; mientras que el lado este pertenecería a Portugal, el lado oeste sería de España. Por esta razón la ruta comercial entre España y Asia se vio bloqueada y el país europeo tuvo que buscar un nuevo camino hacia los países asiáticos. Fue a través del Galeón de Manila que se trazó esta ruta de comercio, poniendo a la Nueva España como el puente entre ambos mundos por su posición clave entre Europa y Asia. Debido a esto, México se convirtió en el principal intermediario en el comercio realizado entre ambos continentes, provocando indirectamente que los artistas novohispanos se convirtieron en los pioneros de la reinterpretación del biombo, así como en la creación de talleres artísticos especialmente dedicados a la producción de dicho mueble.
Aunque los hay con pinturas de diferentes técnicas como la Nihonga, un estilo japonés que usa tinta y pigmentos naturales mezclados con nikawa (una solución de cola de piel que sirve como aglutinante para los pigmentos) o la técnica de Tarashikomi, también de estilo japonés, en el que se crean detalles a partir del goteo de pintura, el biombo ha evolucionado a la par de las distintas corrientes artísticas de los últimos siglos, siendo retomado por grandes artistas para distintos propósitos, como los biombos al estilo art déco del herrero francés del siglo XX Edgar Brant, vendidos en subastas con costos de casi 2 millones de euros o el inquietante biombo con forma de rallador de queso de la artista multidisciplinaria libanesa Mona Hatoum, que ha sido exhibido en numerosas exposiciones de arte contemporáneo.
Rallador de Mona Hatoum
En el Cervantino podremos entender la travesía del biombo para llegar a México, así como la fusión del arte asiático y el novohispano se verán reflejadas en la exposición Biombos y Castas. Pintura profana en la Nueva España Las piezas presentadas evidencian la tradición asiática retomada por los artistas de la Ciudad de México de los siglos XVII y XVIII y su adaptación a las costumbres y necesidades que la sociedad exigía: biombos con paredes decoradas con pinturas de temáticas profanas, muebles que cargan en sus paneles representaciones de paisajes de ciudades, saraos, o bien, pinturas de castas. En contraposición a los biombos novohispanos, el calendario de exposiciones del FIC también contempla la muestra Facetas del Arte Coreano presentará una selección de piezas que acercarán al espectador a las creencias, costumbres y tradiciones coreanas a través de indumentaria, pinturas, y mobiliario. Dentro de este último se encuentra expuesto el biombo, el cual, en la historia coreana se mostró como un mueble presente tanto en el primer como en el último aliento de vida, ya que era usado como una pared divisora para que las madres pudieran parir en privacidad y colocadas frente a los ataúdes en los funerales.
Si eres una de las personas que quieren saber más sobre estos fantásticos muebles, no puedes perderte estas exposiciones.