G A L E R Í A 

Ruelas, el hombre que cambió el destino de Guanajuato Agregar a Mi Cervantino

 

Hablar de Enrique Ruelas es meternos de lleno en una vida que se vio guiada por un constante imaginario artístico sin igual. Su vocación teatral lo llevó a hacer cambios en la vida cultural mexicana que modificaron el rumbo del Estado de Guanajuato. En la actualidad seguimos recordándolo como el creador de la puesta en escena que daría pie a la creación del Festival Internacional Cervantino y uno de los grandes del mundo del arte mexicano. 

 

Enrique Ruelas Espinosa nació en Pachuca, Hidalgo en 1913, y vivió una infancia entre la disputa de los bandos revolucionarios. Desde una corta edad mostró un estilo literario que se nutrió de una pasión que contagió a muchas personas a través de su vida. A los veintiún años ya había dirigido su primera obra y escrito muchas más. Decidido a emprender una vida artística, tomó la oportunidad de vivir en la Ciudad de México y se enroló en la facultad de Derecho (estudios que terminaría años después en la Universidad de Guanajuato), sumergiéndose cada vez más en la vida cultural nocturna. A pesar de sus estudios, nunca dejó su pasión por el teatro y esta lo llevó a ser catedrático en la UG y la UNAM, en la Facultad de Filosofía y Letras. Trabajó con muchos estudiantes en diversas puestas en escenas en recintos como el Teatro Juárez y Bellas Artes, convirtiéndose en una de las grandes personalidades del teatro del país. 

 

 

Crédito: Fotografía de Alfonso Ceseña 

 

El origen de la idea que dio vida al Festival Internacional Cervantino no es exactamente claro, pero como dicen, todos los caminos llegan a Roma y en este caso, todo nos lleva a un antecedente certero: los Entremeses de Enrique Ruelas. Algunas personas dicen que nació cuando el presidente Luis Echeverría acudió a un congreso en Panamá para hacer de Acapulco un destino turístico mundial, pero se decidió por Guanajuato tras ver el crecimiento cultural liderado por los Entremeses de Cervantes. Otras cuentan que su impacto fue tal al presenciar el Festival de Zagreb en Yugoslavia que querría uno para México; que su esposa, María Esther Zuno, le había pedido hacer un festival después de haber presenciado una presentación de los Entremeses, o que Agustín Olachea, director del Departamento de Turismo del Gobierno de México le había dado la idea al presidente para hacer de los Entremeses un evento de carácter internacional.  

 

Crédito: Fotografía de Rolando Briseño 

 

Durante la primera mitad del siglo pasado Guanajuato se había convertido en una ciudad fantasma. Al haberse abandonado las actividades mineras que habían traído tanto esplendor, el Estado sufría las consecuencias. No fue hasta la década de los 50’s que comenzaron los cambios que brindaron un poco de vida, así como la reconstrucción de la Plazuela de San Roque y el impulso de la Universidad de Guanajuato con la construcción la escalinata, la apertura de las áreas humanísticas dentro de la institución y la creación de su propia Orquesta Sinfónica. Esta iniciativa cultural hizo que los jóvenes se acercaran a las artes y comenzaran a escribir y crear teatro para combatir el aburrimiento y, bajo este contexto, Enrique Ruelas fue un personaje clave.  

  

 

El director fue invitado por el rector de la Universidad para aumentar la actividad teatral y ser la cabeza de la nueva escuela de Arte Dramático gracias a su reciente premiación por la Agrupación de Críticos de Teatro a la mejor dirección por su puesta en escena de El emperador Jones, de Eugene O’Neill. Su trabajo con los estudiantes guanajuatenses fue inmediato y rotundamente satisfactorio y en 1952 puso en escena Arsénico y encajes, de Joseph Kesselring, inaugurando el Teatro Universitario y presentando a su primera generación de actores. 

 

 

Su siguiente reto estaba en una idea que había nacido años antes: crear teatro al aire libre. Para Enrique Ruelas el escenario ideal se encontraba en la Plazuela de San Roque, que después de su reciente remodelación y por ser el punto de convergencia de cinco caminos que la gente de la ciudad tomaba para sus actividades diarias, se convirtió en el espacio indicado. Con el término del año escolar era necesario comenzar a pensar en la siguiente puesta en escena. Fue así que el director tomó su oportunidad y propuso El retablo de las maravillas, entremés de Don Miguel de Cervantes Saavedra donde él veía “la verdad de la vida del hombre y del teatro” (Enrique Ruelas y el Teatro, p. 235). Todos, tanto los directivos de la Universidad como los funcionarios de gobierno recibieron la idea con gusto y la apoyaron enormemente.  

 

Crédito: Archivo particular de Rolando Briseño 

 

Pero este proyecto buscaba ir más allá. Su gestión necesitaba de la participación de más personas y, ante esto, la respuesta de la comunidad fue impresionante. El pueblo se unió, prestando su tiempo, abriendo las puertas de sus casas para que se utilizaran sus espacios dentro de la obra y actuando dentro de ella. Incluso el padre Martínez del Tempo de San Roque se animó ante la idea y decidió participar tocando las campanas de la parroquia, las cuales eran necesarias para la puesta en escena.  

 

Crédito: Archivo Domínguez Mora

 

Fue así que un 20 de febrero de 1953 llegó el día esperado. Personajes de gran importancia llenaban los asientos para presenciar la innovadora obra. El pueblo circundaba la plaza y los participantes se alistaban para presentar aquello que habían preparado con tanto esfuerzo. El éxito fue rotundo. Las palmas se juntaban extasiadas por lo que acababan de presenciar, aclamando al director y al elenco. En los días siguientes la crítica habló de este fenómeno con admiración, invitando a nuevos públicos a presenciar lo que se había hecho en calles de la ciudad de Guanajuato.  

 

 

A pesar de haber sido pensadas para un par de funciones, los Entremeses siguieron, recibiendo nuevo público nacional e internacional y reuniendo a muchas nuevas personas para su gestión. Al día de hoy, han roto la marca mundial de representaciones teatrales sin interrupción por el mismo grupo y la legacía de Enrique Ruelas continúa. Así, fue el arte quien le devolvió la vida a Guanajuato y Guanajuato le devolvió el favor al convertirse en la Capital Cervantina de América, manteniendo vivo al autor español a través de cátedras, libros, obras y conciertos. Hoy presta una vez al año sus calles y recintos como sede del festival cultural más grande de Iberoamérica.  

 

 

En esta edición el Festival celebra la memoria de Enrique Ruelas con múltiples presentaciones de los Entremeses cervantinos dentro de su programación. Además, le rinde homenaje con el espectáculo EL coleccionista de nubes. No te pierdas la oportunidad de presenciar estas historias.  

 

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