Carolina Mosquera es mujer, negra, música, disidente y futurista Schedule Mi Cervantino

 

Carolina Mosquera es mujer, mujer negra, mujer negra música, mujer negra música disidente de género y afro-futurista. Todas estas capas la definen y la construyen como un persona que se planta en el escenario para representar a la mujer. Ella es voz y percusionista menor de La Mambanegra liderada por Jacobo Velez, banda colombiana que tuvo una participación destacada en la edición 50 del Cervantino. Desde aquí, Carolina  quiere visibilizar el papel de la mujer en la música, especialmente en la música afro, pues durante mucho tiempo ha permanecido en seguno plano, detrás, siempre, del hombre, olvidando el rol fundamental que la voz y el talento femenino representan. “Con nuestros cantos, con las voces de las mujeres se  hacen las marimbas, la persona que las construye se guía por la voz de la cantora, por la afinación de la cantora, así que ella es la responsable de que eso suene como suene, así como la escuchamos después en un concierto”.

La sensualidad de la música afro viene también de la mujer, por ejemplo en el caso del wasa, este instrumento percutivo que tiene sus cuentas por dentro; la mujer lo toca con su cuerpo. No solo menea las manos, sino que también lo toca con su cuerpo y ahí transmite y proyecta esa sensualidad. “Algo muy diferente a la manera en la que sexualizan la participación de la mujer en la música como sucede por ejemplo en las orquestas donde las mujeres tienen que ir con ropa cortita para que les puedan ver mejor su cuerpo, dejando de lado su talento, o su voz o lo bien que toca. Cuando subimos a un escenario no estamos representando solo nuestro cuerpo sino nuestro talento, nuestra cultura y nuestra historia. Una historia en la que las mujeres han tenido inidencia y hay que decirlo, nombrarlo y visibilizarlo.

Mosquera tiene claro que no se trata de invertir los peldaños en los que se han colocado históricamente los hombres y a las mujeres, sino de reconocer que “todos necesitamos de todos. No pongo a la mujer por encima del hombre. Tenemos que caminar de la mano si queremos que realmente funcione y que nos podamos transformar como una sociedad que piensa y es capaz de transformarse en algo mejor para las futuras generaciones. Hombres y mujeres de la mano. No podemos ir unos detrás de los otros”.

Es hija de Alicia Arrechera, una mujer negra de Timbiquí, municipio del Cauca que trabajaba limpiando casas familiares y cuidando hijos ajenos, “históricamente este ha sido el papel de la mujer negra”, nos recuerda Carolina. Así fue su vida hasta que migró del Pacífico colombiano a Cali, una ciudad cercana geográficamente, a cinco o seis horas en lancha, pero ciertamente lejana en cuanto a oportunidades, ahí Arrechera pudo empoderar su vida al grado de convertirse en escritora de libros, entre estos uno titulado Cucuruchando el verbo. Cuando Carolina se enfrentó a la discriminación por ser mujer, su madre, que es para ella la representación de la mujer negra en el mundo, jugaba un pael importante en su manera de enfrentar el rechazo:  “A mi me sacaron de muchas bandas por ser negra.. Me decían: tu no puedes estar aquí; o me inventaban excusas, pero yo sabía que era culpa del racismo. Entonces, mi mamá decía: usted tiene que ir a la raíz, usted tiene que conocer su raíz para que usted, de ahí, tenga el poder de levantarse y contarle la verdad al mundo”.

Con ese ejmplo y visión, Carolina es parte del proyecto musical TimbiÁfrica, que entre otras cosas busca tejer los hilos sueltos que sus ancetros africanos dejaron en el largo camino de la diáspora. “Transitamos por el raggamuffin, que es uno de los rítmos jamaiquinos, pero con beats de África. Estamos haciendo soukous, que es como una rumba principalmente de la República Independiente del Congo. Estamos haciendo son cubano, que tiene una mezcla super importante de la clave africana; estamos haciendo currulao, que van a seis y que solía ser de cortejo. También exploramos los levantapolvos, jugas, arrullos (lo que cantamos para despedir a nuestros muertos)”.

Carolina es parte de un movimiento importante en Cali que tiene como epicentro la Casa Cultural del Chonta Duro, ahí, muchas mujeres  negras se reúnen y realizan distintas actividades para sanar sus heridas ancestrales. “Es una necesidad muy bonita que la mujer tiene, porque cuando nos sentamos a hablar de eso, ni siquiera tenemos que dar talleres, sino que las mujeres hablan, ellas mismas. Se ponen a hablar y lloran y nos abrazamos y nos reconciliamos con nuestra historia. Porque, además de reconocer que tenemos una historia, reconocemos que no la hablamos porque nos da miedo; qué van a decir de mí, yo qué voy a decir, yo no tengo nada que ofrecer si yo soy una persona que viene del campo”.

Cuando Carolina dice que es afro-futurista es fácil imaginarse una nave voladora zumbando al lado de su cabeza, pero no es a lo que ella se refiere, si no al trabajo constante que debe hacerse para que las nuevas generaciones tengan un futuro mejor:

El futuro tiene que ser un lugar donde las generaciones hablen con propiedad y conocimiento de sus raices, que no las desconozcan. Si no las quieren aceptar, bueno, está bien, pero está ahí, ya está ahí, es un pilar para que tu avances y crees otras cosas. Desde mi lugar propongo cómics, propongo literatura que abore lo que estamos viviendo ahorita y cómo sincronizarlo con lo que vivieron los viejos. Eso es para mí el futuro. Cómo puedo mezclar situaciones presentes, pasadas y, además, mezclando las músicas de la diáspora africana.

A Carolina la esperan sus compañeros músicos para hacer pruebas de sonido en el Trasnoche, entre la prisa y la bulla de la calle frente a casa de prensa del Cervantino alcanzo a preguntarle ¿quién te peina?

Me peinan en el barrio. El cabello afro es una vaina bien interesante y una vaina muy poderosa que estamos tratando de hablarlo con las niñas. Yo sufrí muchísimo, yo no podía salir a la calle con mi cabello. Este no es mi cabello, son extensiones que yo me pongo. Mi cabello es este que está aquí, un poquito más duro, (me llama a tocarlo.  Me encanta porque es un cabello duro, es un cabello tiezo y lo moldeas como tu quieras y te haces trenzas que quedan muy definidas. Son nuestros caminos de resistencia, es una de las claves de nuestra liberación. Donde también escondíamos semillitas para poder plantar donde teniamos que migrar de unos lados a otros. Entonces, guarda toda la historia que tenemos.

Se deja ir hablando del cabello de la mujer afro, lo explica, lo describe, marca paso a paso el proceso, casi ceremonial para quienes no tenemos cabello afro, para ellas es ritual cotidiano y colectivo, amoroso, cómplice de la belleza. Me dice: “cuando yo me siento delante de una mujer para que me peine, me siento entre sus piernas; el meneo de las piernas que se produce cuando a ti te arreglan el pelo es una caricia y todo eso es tradición. Una tradición de nosotras las mujeres negras. Te trenzan con cuidado y  empiezan a contar historias, tú estás entre el calor de la mujer negra, entre tus piernas y entre la calidez de su aliento empiezas a seguir su historia”.