Viernes 21 de octubre 2022. Seún Kuti camina por las calles de Guanajuato sereno, llega a la conferencia de prensa y dialoga con los periodistas con discreta emoción, concluye con un ¡Viva México! ¡Viva Zapata! Sabe entender el lado subversivo del país que pisa o, por lo menos, los símbolos rebeldes con cuáles empatizar.
Este músico nigeriano nacido en 1982 recibió la herencia musical pionera del afrobeat. Su padre Fela Kuti, panafricanista, defensor de los derechos civiles y anticolonialista usó la música como un arma de protesta, resistencia y subversión. Estudioso del jazz y del funk, géneros que conoció en Londres, fue a dar a Estados Unidos donde tuvo cercanía con el pensamiento de Martin Luther King y Malcolm; nunca le fue ajena la realidad de su país, una rica diversidad étnica sometida por los intereses petroleros causantes de hambruna, corrupción y analfabetismo. Este es el origen del afrobeat que él ha mantenido fiel a la idea de su padre. “El afrobeat no es un estilo, es un movimiento cultural, un movimiento social, un movimiento musical, pero lo más importante es que también es un movimiento político”.
Kuti habla de enfrentar la verdadera “colonia” desde un país que es considerado el gigante de África por ser un territorio enorme con 211 millones de personas, pero que padece muchos males producidos por un colonialismo voraz: el 30% de los habitantes vive con menos de US1.90 dólar por día y la esperanza de vida al nacer es de 54 años, estándares de vida que traen consigo atraso y desigualdad; la alfabetización, por ejemplo aparte de ser baja marca una amplia diferencia entre géneros: alrededor del 71% en hombres y apenas 52 % en mujeres.
“Debemos reconocer al otro como ser humano, entendernos y dejar de pensar que lo que da valor a las personas son los objetos, porque esta forma de pensar solo está destruyendo la Tierra. Debemos reclamar una solución”, declara contundente: “¡Las personas por encima de las cosas!”.
Cuando se intenta convencerle de explicar qué significa la música que hace, Kuti es breve:
“El afrobeat es una experiencia y se tiene que vivir para saber lo que significa”.
Ya en el concierto, acompañado por una versión más discreta de su Big Band, la legendaria Egypt 80, Kuti aparece en el escenario de la Alhóndiga para comenzar una noche de canto, baile y protesta, un acción artística y política en la que los mensajes no se desmarcan de la música, sino que se complementan.
Esta noche comparte una canción que encabezará su siguiente disco, el cual empezará a gestarse próximamente: Love and Revolution alcanzará, probablemente, el rango de himno por el mensaje que lleva indeleble. Es una canción inspirada por su esposa quien por primera vez en nueve años lo acompañó de gira: “…la humanidad necesita tener energía femenina. La verdad es que se malentiende el concepto de patriarcado; el patriarcado ama a la mujer, en lo que está en contra es en la energía femenina, la energía de la vida, el amor, el entendimiento, la generosidad, la vulnerabilidad y la solidaridad porque sabe que solo ese amor puede tirar abajo este sistema imperialista y capitalista de opresión”.
El humor de este nigeriano de 40 años es impecable cuando se trata de sembrar una crítica y hacer pensar sin dejar de bailar, ya sea que quiera hacer refelxionar sobre migración, explotación o colonialismo:
“Cuando voy a España, Francia y Alemania me dicen en mis conciertos:
- ¡Nos gustaría que aprendieras a hablar nuestro idioma!-
Yo lo pienso y digo: un idioma colonial es suficiente".
Termina en el escenario como concluyó la conferencia:
¡Viva México! ¡Viva la Revolución! ¡Viva Emiliano Zapata!