Unidad de culturas vivas, Veracruz en el Cervantino: raíz y memoria. Año de la Mujer Indígena

• Conversación con Celso Duarte y Annette Fradera

Una de las líneas en la nueva organización del Cervantino, radica en la gestión cultural desde un formato colegiado y con una organización horizontal que logre una dirección colectiva. En esta conversación, Annette Fradera y Celso Duarte, encargados del espectáculo de inauguración Fandango monumental: fiesta de son y raíz, comparten su experiencia como parte del equipo de programación y abordan la relevancia de la participación de Veracruz como el estado invitado.

Celso Duarte: El proceso empieza tras enterarnos que Veracruz sería el estado invitado. Ambos tenemos una larga relación con proyectos comunitarios, escénicos y de vanguardia. Al formarse estos equipos de trabajo teníamos una comisión muy clara: revisar proyectos y propuestas de grupos consagrados, propuestas más tradicionales y de otros que necesitan esa vitrina que es el Cervantino. Planear una programación no es solamente proponer grupos, sino diseñar estrategias que hagan dialogar y articulen escénicamente los diferentes proyectos.

A raíz de una complicidad creativa entre dos productores que comparten un compromiso con la música y el trabajo para la comunidad, Celso Duarte y Annette Fradera empezaron proponer en un diálogo colmado de ideas, el rastreo de genealogías y una investigación y actualización sobre qué se estaba haciendo.

CD: El reto de abordar la diversidad cultural artística de Veracruz, era también el atractivo de un proceso comprometido. La riqueza cultural del territorio exigía una curaduría atenta, capaz de equilibrar distintas capas de tradición e innovación. Es importante reconocer la trayectoria andada de las diferentes agrupaciones y movimientos que abrieron el camino hacia la posibilidad de posicionar, dentro de este gran mercado, al son jarocho, generando espacios de exposición y reconocimiento de este género.

Hoy el Cervantino se presenta como un festival que vela por ser un espacio diverso, comunitario y que busca poner el foco en las áreas históricamente olvidadas. Esta intención adquiere una nueva dimensión al enmarcarse en el Año de la Mujer Indígena, donde entra la propuesta de Annette Fradera de revisar y traer grupos que ya tienen trayectoria trabajando con sus comunidades.

Annette Fradera: Muestra de ese puente entre grupos con trayectoria sólida y artistas emergentes, es la presencia de la sabiduría indígena y la participación de los jóvenes. Los niños son esponjas de conocimiento; la educación musical y artística que les podamos ofrecer debe procurar no alienarlos, sino partir de su tradición. Así comenzó mi viaje con los ensambles comunitarios.

Quizás la característica más significativa de esta dupla sea su contacto con pueblos originarios, pues es mediante la suma de esfuerzos que la oferta cultural se enriquece y que, al dotarlos de un espacio de exposición importante, se da la posibilidad de recuperar saberes y prácticas que han sido relegadas. Hay una fuerte presencia de ensambles que surgen del trabajo comprometido con la educación artística en contextos rurales, fomentando el interés que ya tenían un arraigo inicial en sus comunidades.

AF: Asegurar una formación digna es un trabajo de gestión y vinculación: conseguir espacios, aulas, instrumentos y maestros en favor de un proceso con continuidad que pueda trascender más allá de sí mismo; es decir, que tenga un futuro con puertos de salida. Los chavos, al tener acceso a educación musical, desarrollan su capacidad de abstracción y de síntesis, de toma de decisiones, de verse en el otro y trabajar en equipo. Les preocupa sonar bien porque saben que, si suena bien con el otro, entonces en conjunto van a sonar mejor.

Fradera relata su participación en proyectos con artistas como Los Cojolites y cómo fue acompañando procesos como el de El Semillero Ensamble Huasteco Comunitario de Zozocolco de Hidalgo, Veracruz. En diez años, este grupo se ha consolidado como una de las experiencias más sólidas en formación musical desde el son huasteco y hoy forman parte del gran evento de inauguración del Festival Cervantino.

AF: Zozocolco fue una de las regiones más difíciles de habilitar. En un inicio no había maestros; una casa grande se acondicionó como escuela, se proveyó de baños, se organizó la gestión de residuos y se establecieron reglas de convivencia. Lo principal era conseguir aulas dignas en correspondencia con las necesidades de los maestros, jóvenes y sus instrumentos. En estos proyectos no basta con enseñar a tocar, es una propuesta de formación integral que reconoce que su relación es para y con las personas.

Además del Ensamble de Zozocolco, también participarán agrupaciones de otras regiones, como las niñas de Amatlán-Naranjos quienes interpretan el son huasteco desde las variantes de su región más al norte de Veracruz. A través de estosensambles, de la música y su sentido colectivo, los jóvenes parecen resignificar el orgullo del uso de sus trajes tradicionales, siempre portando sus instrumentos.

CD: Lograr construir un espectáculo de inauguración no es labor menor. Se trata de equilibrar lo tradicional comunitario y lo muy consagrado, grupos referentes de los movimientos fandangueros y jaraneros, entre otros. Este proceso implica una responsabilidad, saber responder a intuiciones basadas en un conocimiento vasto de la región, haciendo la menor cantidad de omisiones y haciéndole honor a quien merece. Para ello se retomó el instrumento ícono de Veracruz, el arpa jarocha. Este sería el punto de partida para entrar en comunicación con un maestro arpista para formar un ensamble de veinte arpas. Es una oportunidad para visibilizar a maestros como Rubén Vázquez y Felipe Ochoa, junto a más personas y jóvenes virtuosos que están tocando. Para el espectáculo de inauguración se juntaron todos los puntos geográficos de Veracruz para hacer un homenaje a la figura de Andrés Huesca, arpista mexicano de mucho renombre tras ser el primero en grabar música veracruzana a nivel mundial con el Cine de Oro Mexicano.

Esta propuesta también está enriquecida por la colaboración, uniéndose el Ensamble de Percusiones de Xalapa, una institución clásica que hace música contemporánea y que lleva más de treinta y nueve años consagrado. Más allá de la programación, la tarea fue pensar en un guión.

CD: De la mano de Fernando Llanos y Gregorio Trejo, se buscó aterrizar toda la historia que nos lleva desde lo comunitario hasta los grupos de música clásica o contemporánea, como es el caso de este ensamble. El número que están diseñando también hace referencia a lo afrojarocho a razón de las influencias de las comunidades yorubas en la música del son jarocho. El espectáculo inaugural es una celebración que toca nuestras raíces y ofrece una ventana de lo que es Veracruz en la fiesta comunitaria del Fandango.

AF: El fandango sucede cuando termina el espectáculo, cuando en la explanada se inicia el baile con todo el mundo. A lo largo de toda la noche y hasta el amanecer la gente baila, no para. Una vez que vives eso lo quieres volver a sentir.

CD: En ese cruce de tiempos también se inscribe el proyecto de Musas Ensamble de Arpas, un cuarteto de arpistas profesionales que pertenecen a orquestas nacionales, y que ahora se presentan con un repertorio que transita de lo clásico a lo tradicional. Resultado de esta manera de trabajo a partir del diálogo, la comunicación con este grupo fue importante para enriquecer la programación. En esta sección del programa, las arpas dialogarán con la jarana y el zapateado de Raquel Palacios, en una fusión en la que también se incorpora Cristi de la Rosa. Destacan la participación de Paquito Cruz y el lanzamiento de Lucía Gutiérrez con la orquesta de jazz del maestro Tonatiuh Vázquez. El Cervantino siempre ha sido una vitrina para impulsar talento mexicano, y qué mejor que aquellos que ya están haciendo historia por sí mismos.

Este diseño responde, como lo señalan ambos curadores, a una idea de comunidad expandida: no hay jerarquías entre lo consagrado y lo emergente, entre lo académico y lo popular, entre la niña que toca por primera vez en un escenario y el maestro con larga trayectoria. El espectáculo propone una narrativa que parte de lo comunitario y concluye con esta fiesta colectiva. En el centro de todo, una certeza: la música es un territorio fértil donde puede encontrarse la memoria, la educación, la dignidad y la fiesta. Esta edición es una oportunidad para presentar lo que Veracruz ofrece desde una ola de jaranas, arpas y zapateados en una fiesta que diluye las jerarquías y activa una energía comunitaria: un fandango monumental.