Puentes creativos: relación y colaboración institucional

• Conversación con Alejandra de la Paz y Juan Ayala

Un festival es una conversación entre generaciones, disciplinas y territorios donde caben el riesgo, la memoria y la imaginación. El Festival Internacional Cervantino ha sido reflejo de esta conversación viva, un espejo del clima de las artes escénicas en la actualidad. En este diálogo con Alejandra de la Paz y Juan Ayala, se aborda la importancia de la participación institucional en favor de generar circuitos que enriquezcan la oferta artística a partir de la coproducción y el diálogo.

Alejandra de la Paz: Para el INBAL, el Cervantino ha sido un espacio para que sus cuerpos artísticos puedan salir de sus recintos naturales y presentarse frente a otras audiencias y en otros contextos, potenciando su proyección nacional y nuevas producciones. Representa una oportunidad de dotar la programación de los recintos del INBAL con la presencia de grupos y propuestas escénicas diversas de gran calidad. Es un momento que permite, en colaboración, potenciar la presencia internacional en otros puntos del país y en la Ciudad de México.

Juan Ayala: Un festival es un espejo social que refleja la realidad artística y cultural de un contexto determinado. El Cervantino es una plataforma de muestra para diferentes expresiones, disciplinas y generaciones de artistas. Un festival de esta naturaleza, que incluye distintos géneros y aborda la colaboración internacional, se convierte en un espacio de conversación para distintas comunidades artísticas, y en donde se plasma parte del músculo artístico de un país: lo que se vibra en el momento, sus perspectivas y aportaciones.

AP: Esta edición busca diversificar la programación a partir de la experiencia de producciones innovadoras y relevantes. La intención es atraer perspectivas frescas que arrojen distintas luces de por dónde va la creación actualmente, y resulten en la diversificación de la programación. Evidencia de esto es la invitación al INBAL para trabajar proyectos, así como las comisiones a compositoras jóvenes para presentar estrenos dentro de la programación.

JA: La participación de las instituciones detona la creación artística. La selección de dos títulos, uno operístico y uno coreográfico, y cómo estos grupos acometen esta colaboración, refleja lo que un festival puede ofrecer. Las instituciones son una plataforma para impulsar nuevos creadores, la participación del Estudio de Ópera de Bellas Artes (EOBA) es decisiva en Breaking the Waves. Este espectáculo es una colaboración con una orquesta juvenil —la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata de la UNAM— quienes acometen un repertorio de vanguardia y conforman un gran espectáculo. Esas características ponen de manifiesto cómo las instituciones pueden coordinar y poner al servicio de la creación artística y de las audiencias, las herramientas para ofrecer mayor exposición de las iniciativas que se producen en Latinoamérica, estableciendo un diálogo con instancias internacionales.

La decisión de conformar consejos de programación entre instituciones y con personas de disciplinas diversas, aumenta la posibilidad de cubrir un repertorio más amplio. Se trata de lograr una curaduría intencionada que permita la diversidad de lenguajes con la mejor plataforma.

JA: La intención es hacer del Cervantino un espacio de estructuras dialogantes en donde la toma de decisiones resulte de la convergencia de distintos enfoques. Una caja de resonancia para ideas de todos lados, un espacio de discusión crítica que responde a la inquietud de promover el fortalecimiento de las audiencias y creación de públicos.

AP: Juntos pensamos mejor. La UNAM, el INBAL y las coordinaciones de música y de danza, dialogaron para crear espectáculos pertinentes. De ahí sale la versión de Giselle, las que no volvieron, presentada por el Taller Coreográfico de la UNAM y la Orquesta de Cámara de Bellas Artes (OCBA). En esta versión, la OCBA ofrece una adaptación musical que se suma al esfuerzo creativo que promueve la revisión del repertorio y el canon mediante el replanteamiento de un ballet clásico, logrando una traducción de la música original al formato propio de la agrupación. Otro caso significativo es el esfuerzo de traer Elektra de Richard Strauss, presentada por la Compañía Nacional de Ópera (INBAL), así como la presentación de Breaking the Waves, de la compositora estadounidense Missy Mazzoli, basada en la película homónima de Lars von Trier. La producción reunió al Estudio de Ópera de Bellas Artes y a la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata de la UNAM, ambos conjuntos capaces de enfrentarse a un repertorio exigente con calidad indiscutible. La lógica fue apostar por una obra reciente, el cruce generacional y una alianza que entiende la ópera como terreno fértil para la renovación, abonando al punto de apoyar nuevos talentos, potenciar posibilidades profesionales y de exposición de creadores jóvenes.

JA: En el caso de Giselle, las que nunca volvieron, la revisión del canon es un elemento relevante para un festival. Hacer que las nuevas generaciones, a partir de jóvenes y experimentados coreógrafos, hagan un replanteamiento propio permite la posibilidad de reactivar la tradición y hacerla vigente.

Este Cervantino, más que nunca, se piensa en plural. La organización colegiada no es un simple formalismo, es una nueva forma de construir lo curatorial desde un sentido de actualidad, de tomar decisiones desde la multiplicidad de perspectivas y a partir de la diferencia. Pero ningún espectáculo existe sólo en el escenario. Detrás de bastidores hay otro mundo igual de complejo y vital: técnicos, tramoyistas, ingenieros de sonido, iluminadores, montajistas y operadores. Ese sector es fundamental que tenga su justa visibilización. Es un grupo de personal que, en el Cervantino, tiene su propia historia.

AP: Un festival es un hecho colectivo y cada integrante merece el reconocimiento a su talento. Muchos de estos equipos que hacen posible el Festival se han formado en los escenarios, año tras año, enriqueciendo su experiencia a partir del diálogo con agrupaciones nacionales e internacionales. El Cervantino es un reto maravilloso, un momento de adrenalina, de saltar de teatro en teatro, porque en todos estos espacios se requieren manos talentosas, capaces de levantar la cortina para que suceda el hecho que todos queremos disfrutar.

JA: En Guanajuato, se ha formado de forma empírica y artesanal una comunidad técnica de altísima calidad. Muchos de esos saberes no vienen de la academia, sino de la práctica y de la transmisión de conocimientos para hacer que las cosas sucedan, resulta si en respuestas insólitas a problemas de último minuto. La invitación que se le hace a Romain Greco para ser el director actual del Cervantino, es una decisión es congruente con su trayectoria que refleja el interés de que todas las entrañas que hacen posible un festival sean consideradas.

En esta lógica del reconocimiento, surge la necesidad de un archivo de esta memoria cultural. Nutrir de testimonios donde se pueda conocer y no olvidar los momentos encomiables en la historia de estos eventos. La radiografía que muestra el FIC se completa con la presencia de las multidisciplinas. Hoy, los festivales tienden a especializarse, a cerrarse en nichos disciplinarios, pero el Cervantino insiste en lo diverso, en abrazar las artes visuales, la música, la danza, el teatro, la palabra, la técnica y la política. Esa insistencia es su fuerza. Su programación no responde al azar, sino a una curaduría intencional que convoca públicos diversos, abre preguntas y provoca encuentros inesperados.

JA: El elemento académico que asume el festival tiene un componente importante en cuanto a los formatos de llevar, socializar y democratizar este tránsito a través de clases magistrales, del acercamiento entre compañías profesionales y compañías en proceso de formación. Celebro la incorporación de proyectos de artes visuales que enriquecen la oferta de y abona a ampliar el espectro de todas las disciplinas artísticas.

El Cervantino es único en su naturaleza y en las posibilidades que ofrece a quienes asisten. Lo que está en juego es una nueva idea de lo público, lo artístico y lo posible; idea que se construye en la interinstitucionalidad y la voluntad del diálogo que entiende la creación como campo abierto de prueba y hallazgo.

AP: El Festival continúa con el reto de generar una programación multidisciplinar que tenga la capacidad de apelar a distintas generaciones y a públicos con distintas vocaciones e intereses.

En esta conversación, el Cervantino se reafirma como hecho colectivo que apuesta por la convergencia de múltiples voces y perspectivas. Su programación refleja un compromiso con distintos públicos, al tiempo que se nutre de una estructura colaborativa en la toma de decisiones, donde la diferencia es fuente de riqueza creativa. Un espacio con memoria crítica y visión de futuro, en el que las propuestas surgen del encuentro y se traducen en una oferta artística sustanciosa y significativa.