Caminar por esta plaza es transportarnos a la España del siglo XVI, aquel tiempo cuando Miguel de Cervantes dio vida al Quijote de la Mancha. En su maravillosa arquitectura, compuesta por la fachada barroca del Templo de San Roque, la cruz de cantera central y las coloridas casas que la rodean, Enrique Ruelas encontró el escenario perfecto para los Entremeses cervantinos que en 1953 presentaron su primera función y años más tarde dieron lugar a lo que hoy es el Festival Internacional Cervantino. Hoy en día, la presencia del director hidalguense no solo se mantiene viva por sus puestas en escena, sino por la escultura que la artista mexicana Glena Hecksher haría en su honor en 1999