Nos encontramos frente al templo con mayores dimensiones de Guanajuato y una de las construcciones jesuitas más grandes de la Nueva España. Construido y consagrado en el siglo XVIII, el proyecto dio inicio por órdenes del fraile José de la Cruz y fue terminado por el arquitecto Felipe Ureña. Desde su fachada churrigueresca, su alojamiento de obras de pintura y escultura sacra, y su acervo de obras de Miguel Cabrera (el mayor exponente de pintura barroca del virreinato), el Templo de la Compañía posee un valioso legado artístico que hace de él el recinto ideal para la música clásica y antigua.